jueves, 19 de agosto de 2010

El paso del tiempo


Acabo de dejar atrás el decimosexto aniversario del fallecimiento de mi madre. Este hecho cambió mi vida; le dio la vuelta 180 grados, no ya por los sentimientos que se producen al perder a un ser querido, sino por mi forma de vivir en si.
Pasé de ser un jovén estudiante, recién acabados sus estudios, a llevar el negocio familiar y dedicarme a cuidar a un padre destrozado por la pérdida.
Estaba listo para enmarcarme en el mundo laboral e incluso sin buscarlo me salió un trabajo junto a compañeros de estudios y podría haberme emancipado con normalidad, pero tuve que compaginarlo con evitar que mi padre se hundiera en la depresión más absoluta y el negocio, el cual, si bien me era conocido pues le he dedicado horas desde que era un crio, ahora pasaba a ser completamente mi responsabilidad, mis decisiones lo eran todo (he dicho ya que mi padre no estaba para pensar XP).
Mi madre era una "sargento de hierro" la cual hacía que se hiciera lo que ella decía si o si, pero siempre escuchaba, siempre tenía en cuenta lo que decías e intentaba hacer un "mixto" entre lo que ella quería y lo que yo le contaba, fuese lo que fuese; por su puesto, eso lo he descubierto con el paso del tiempo, ya que en aquel entonces no lo apreciaba, aunque nunca he tenido que lamentarme de hacer o tomar el camino que ella marcaba, vamos que sabía lo que se hacía.
Y ahí estaba yo, con 21 años recién cumplidos y preguntándome como seguir adelante, y fue entonces cuando decidí que no podía dejar a mi padre y poco a poco me he convertido yo en el "sargento de hierro".
Ahora se hace lo que yo digo, y he aprendido a asumir responsabilidades y aceptar las consecuencias de mis actos, y todo ello me ha llevado a descubrir que el paso del tiempo no borra los recuerdos impactantes, ni los buenos ni los malos. Hoy he llorado por enesima vez la pérdida y he recordado el día de su defunción y de su entierro (por supuesto, hemos realizado la popular visita al cementerio, tan tradicional en esta fecha XP), pero compruebo que ya no es tan doloroso, que puedo incluso sonreir con las pequeñas anécdotas, en un humor negro que quita hierro al momento. Puedo recordar con viveza ese evento aciago aunque el paso del tiempo no se ha llevado el desconsuelo de mi corazón cuando su recuerdo viene a mi memoria.
Que en paz descanse, este donde este.

2 comentarios:

  1. Desde luego que no, que hay cosas que no se olvidan nunca. Y perder a una madre con veintiún años no le deja a nadie indiferente precisamente.

    21 años... Hace tiempo que dejé de tenerlos...

    En fin, lo bueno es que, efectivamente, circunstancias como ésta lo obligan a uno a madurar y a curtirse (y a aprender desde bien pronto que la vida es una cerda). Y eso, en el fondo, es un privilegio.


    Un abrazo, chavalote.

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  2. Seria un sargento de hierro. Pero con un corazon grande grande , era energica, luchadora, paciente generosa ,amable, dulce, bondadosa, cariñosa educada. Sabia entretener sencillamente era una mujer MARAVILLOSA se la echa muchisimo de menos Un besazo enorme

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